26.11.11

CRISIS DE LA FAMILIA EN LA SOCIEDAD


El modelo tradicional de familia está en crisis. No se está “destruyendo la familia” como se pretende desde algunos sitios, pero sí que se está convirtiendo en algo distinto. Evidentemente, un cambio tan profundo no puede deberse a hechos puntuales, como la legalización del matrimonio gay, ni a un impulso constante y malvado de personas interesadas en destruir la familia tradicional nadie sabe muy bien porque. Un cambio como este debe ser producido por fuerzas mucho más poderosas. Como en tantos otros temas, en este asunto nuestros medios de comunicación suelen hablar mucho y analizar poco.

Personalmente no creo que ni la familia tradicional fuera maravillosa como se pretende. Tampoco creo que el nuevo modelo al que parece que estamos evolucionando sólo tenga ventajas. Pero desgraciadamente este debate se encuentra incluso más viciado de lo habitual, a causa de apriorismos político-morales-teológicos. Así que haré un esfuerzo por mantener en este artículo una postura lo más neutral posible que nos pueda ayudar a analizar lo que efectivamente estamos viviendo.

La familia tradicional marcaba tu lugar en la sociedad. Si eras un hijo, tu estatus era definido por el de tu padre. Si eras una esposa, eras la “señora de” hasta que tu marido moría, momento en que pasabas a ser la “viuda de”. Las pocas personas que se mantenían solteras, se veían obligadas a convertirse en religiosas o ser despreciadas por el resto de la sociedad.

Se trata de un modelo básicamente feudal que el capitalismo transformó a su manera durante sus primeros siglos y que durante las últimas se ha desestabilizado rápidamente. Hoy en día la base de la sociedad no es la familia, sino el individuo. El capitalismo, especialmente el liberal, es tremendamente individualista. Cada uno debe buscar su propio éxito, llegando a afirmar el liberalismo que el egoismo de una persona es beneficioso para toda la sociedad. Aquel que conquiste el éxito, es porque se lo merece. El que se quede por el camino, también se merece lo que le pase. Unos pocos son triunfadores, el resto seremos perdedores y no podremos quejarnos porque nos lo hemos merecido.

La búsqueda del egoismo individual está reñida con todo tipo de asociación, especialmente con las asociaciones para toda la vida. Desde el mismo momento en que nadie necesita una familia para integrarse en la sociedad, nadie quiere mantener una relación que muchas veces provoca infelicidad. La proporción de solteros y solteras no religiosos es mucho más elevado que nunca y aparece el fenómeno novedoso del divorcio. Siempre ha habido personas que vivían separadas de sus cónyuges, pero nunca en la proporción actual. Junto a las familias formadas por dos cónyuges y sus hijos, es habitual que convivan novedosos formatos de familias: un único padre/madre y sus hijos; padres/madres que viven separados y cuyos hijos conviven unos días con uno, otros días con otro; un padre/madre adoptivo mientras su padre/madre biológico vive en otra parte; etc, etc.

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