27.7.11

Un cubano insultando al Presidente dominicano


Roberto Cavada



Por José Francisco Arias

En países como el nuestro, República Dominicana, hay temas nacionales medulares, en extremo sensibles que competen a los que nacimos en este territorio y que su debate y la búsqueda de soluciones debe ser, por tanto, nuestra.

Quien llega de otro país y se inmiscuye en temas que se consideran de nuestra excusividad, incurre en un atrevimiento y corre el gran riesgo de que se le vea como un entrometido.

Somos abanderados del libre juego de las ideas, de la pluralidad de opinión, por lo que no podemos, de ninguna manera, permitir que esas conquistas que hemos logrado al paso de los tiempos, con mucha sangre, sudor y lágrimas, sean pisoteadas por extranjeros aventureros que con poses bonitas y estridentes quieran aposentarse y hasta hacer carreras a costa de la dignidad del lar que les ha dado albergue.

Es lo que reclamamos, que cada uno juegue su rol, los cubanos en Cuba, los venezolanos en Venezuela, los colombianos en Colombia.

¿Porqué esos extranjeros no enfrentan los problemas y males de sus países, en su terreno, y contribuyen a lograr una mejor convivencia de sus sociedades, desarrollando sus proyectos en la tierra que los vio nacer, de su origen, en vez de tratar de imponer en nuestro país proyectos basados en irrespetos, insultos y críticas de situaciones propias de los dominicanos, como son los de la política partidista, de nuestra forma de gobierno, de nuestra vida institucional.

Los dominicanos somos en extremo hospitalarios, solidarios, que acogemos, tendemos la mano amiga a quienes vienen de otras tierras huyendo de sus penurias, de sus opresiones, políticas, sociales, económicas.

Pero ese espíritu hospitalario, solidario, ese sano calor humano, que en buena medida determina que el extranjero decida quedarse en estas tierras de Dios, sentar campamento y quedarse a vivir para siempre, muchas veces es mal acogido por personeros desagradecidos y carentes de los valores humanos que deberían reflejarse en diferentes y mejores muestras de agradecimiento.

Un caso emblemático es el de un comunicador cubano, llegado a República Dominicana hace unos años, nación que le ha acogido y donde ha logrado un ascenso meteórico en los medios de comunicación, convirtiéndose en un fenómeno de popularidad a través del noticiario que produce en la medianoche: Roberto Cavada.

El estado de libertad de prensa que vive la sociedad dominicana da pleno derecho a los comunicadores, incluyendo a este, a informar, denunciar y hasta llegar al extremo de opinar sobre situaciones de nuestra cotidianidad, de las necesidades, de servicios públicos y sobre las coberturas de los hechos trascendentes que se registran a lo largo y ancho de la nación.

Lo que este estado de libertad en el ejercicio de la prensa no da es el derecho, que con regularidad asume este comunicador para irrespetar, insultar, tratar de denigrar a nuestros símbolos, como son el que encarna el Presidente de la República, los funcionarios elegidos y designados en los altos cargos de dirección de la nación, sean ellos civiles y/o militares.

Como ejemplo de lo que planteo, les cuento que vimos al citado comunicador que al tratar el caso de una especie de asilo de ancianos que se encontraba en estado deplorable por la alegada falta de atención de las autoridades, enrostrar al Presidente de la República que 'las cosas no hubieran sido así en ese asilo si su madre... estuviera viviendo en el mismo'.

Quedé perplejo, lo confieso.

Fue un señalamiento, y es solo un ejemplo de la cadena de casos que se registran a diario en el espacio que este señor ocupa en la televisión nacional, que se salió de los límites, fue irrespetuoso contra el Presidente dominicano, en su país, sobre la señora madre del Jefe del Estado, hecho por un extranjero, de manera pública, abusiva, desconsiderada.

Este comunicador, con el ego inflado por la popularidad y la influencia que entiende ha logrado como comunicador a través del noticiario que produce, ha llegado mucho más lejos al tratar públicamente de trazarle pautas, de exigirle conductas del accionar político del Jefe del Estado dominicano.

Este personaje aparece como firmante de un documento hecho público por un grupo de profesionales, intelectuales, artistas y comunicadores, en que emplazan al Presidente de la República a que 'defina su posición' con respecto a la reelección, pero pisa la raya, y la traspasa, al acusar al Gobernante nuestro de conducir al país en lo que el documento define como su 'afán' de continuar en el poder conduciéndolo hacia una especie de totalitarismo postmoderno "basado en el control mediático, en la corrupción, en el narcotráfico y en el manejo antojadizo e ilegal del presupuesto público, sin transparencia alguna".

Y se atreve el comunicador extranjero, cubano, al firmar el citado documento que recreó con gusto en el noticiario que dirige, a acusar al Presidente dominicano, en el país del mandatario, de que está decidido a desarrollar una Administración que se sustenta, entre otros elementos no menos cuestionables, en el narcotráfico.

¿Hasta dónde vamos a llegar?

Estamos en absoluto desacuerdo con estos planteamientos que, aunque pudiéramos entender que en el fragor de las pasiones políticas propias de nuestro país, dominicanos opositores del Presidente de la República y de su forma de gobernar se le enrostren sus críticas. Lo aceptamos viniendo de dominicanos críticos, como un Juan Bolívar Diaz, un Pedro Catrain o una Mariasela Álvarez, pero no de un cubano extranjero.

Esto, sencillamente, es inaceptable.

No me imagino a este extranjero, a este cubano, firmando un documento con tales señalamientos contra Fidel Castro o su hermano, Raúl Castro, allá, en la Cuba que le vio nacer, en su propia tierra.

Estoy, y como dominicano es mi perrogativa, radicalmente opuesto al proyecto reeleccionista que estimulan colaboradores cercanos del Presidente de la República y así lo hemos planteado en las páginas de cristalycolores.com y en nuestro programa de televisión 'francamente hablando'.

Pero como dominicano no acepto el coro de extranjeros, entre los que se encuentra el comunicador cubano, que vengan a fijar posiciones, a trazarnos pautas sobre nuestra vida política y menos a insultar, a pretender vejar a irrespetar, a cuestionarnos de esa forma a quienes tenemos el derecho soberano de ser dominicanos.

En territorio dominicano esos temas son de dominicanos y deben ser dilucidados por dominicanos, los demás son simplemente intrusos y como tales deberán ser tratados.

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