6.12.11

EL DAÑO DE LAS RELIGIONES


Supongo que todo el mundo habrá oído hablar del libro “El Código Da Vinci”. Es uno de los libros más vendidos del año.

Es curioso lo que la novela cuenta sobre la Iglesia. Demuestra que, la mayoría de las veces, han sido unos hipócritas que han hecho lo que han querido con la humanidad demasiado tiempo.

El libro cuenta cosas que en la Biblia no salen, como por ejemplo, que Jesús y María Magdalena tenían un hijo , a la que llaman Sara.
Bueno, supongo que hasta ahí no hay mucho que decir. Nunca se sabría si la ha tenido o no, ¿verdad?, pero hay otras cosas que lo demuestran.

Por ejemplo, el Santo Grial. Todo el mundo cree que el Santo Grial es la copa donde se hizo la Última Cena, y que guardaba la sangre de Cristo. ¿Pero no sería más lógico pensar que el Santo Grial, es decir, quién tiene la sangre de Cristo no es su propia hija?.
Y en el libro relatan muchas claves para encontrar a esa hija de Cristo, en la Gioconda y otras cosas así.

También en el libro Iacobus, de Matilde Asensi explican cosas sobre las mentiras de la Iglesia. Hablan sobre la verdad del que está enterrado en Santiago.
Según cuenta, había en Egipto un tipo que se estaba volviendo muy conocido por su filoosfía de amor y libertad, y esas cosas. Un día, este hombre fue a Roma para hablar con el Papa y comentarle que le parecía mal lo que estaba pasando. El Papa de esa época, pensando que ese cretino quería usurparle el poder, lo mabndó matar y enterrar en el Fin del Mundo, lo que ahora es Galicia. Exactamente donde está Santiago.
Como era un tío muy famoso, mucha gente fue a honrarle a esa tumba y la Iglesia, que no quiso desaprovechar la oportunidad de enriquecerse, y para que el pueblo no se pusiera en su contra, dijo que ahí estaba la tumba del apóstol Santiago. ¿Cómo leches iba a viajar el apóstol Santiago hasta Galicia?. Hay que planteárselo y es una locura.
La Iglesia es una mierda. Todo el mundo lo sabe. La única satisfacción de todo es que poco a poco, se irán descubriendo las movidas que han hecho.

  1. El cuestionamiento

Con el asunto de las riquezas de la Iglesia, no es claro qué es lo que se cuestiona o critica. Lo primero que se observa al analizar la cuestión es la falta de datos y acusaciones concretas. Estamos frente a un cuestionamiento difuso, nada claro, sin datos. Porque nunca es claro a qué riquezas se refiere, qué es lo malo de esas riquezas hipotéticas, quiénes son los culpables (porque los pobres también son parte de la Iglesia), y exactamente cuál es la culpa, qué es lo que se espera que la Iglesia debería hacer, etc.

A simple vista lo primero que se intuye es que se trataría de una acusación a la Iglesia de insensibilidad ante el problema de la pobreza: ¿cómo es posible que la Iglesia viva con tantas riquezas cuando hay tantos pobres en el mundo? Esta acusación se presentaría como hecho que desacreditaría a la Iglesia en cuanto tal: es decir, una institución que vive semejante hipocresía (decir que ama a los pobres, mientras está llena de riquezas que no pone al servicio de los mismo) no sería digna de ser tomada, en cuenta ni creída, ni aceptada. Esta sería una de las mayores vergüenzas de la Iglesia, ante la cual no habría defensa ni explicación posible.


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